jueves, 18 de febrero de 2010

Moncayo (2.316m) por el Corredor Central de Morca (PD+, 45º-55º).



Sistema Ibérico, Sierra del Moncayo, Zaragoza, España. 24 de febrero de 2010.

El del 23 y 24 de enero fue un fin de semana muy productivo. El sábado nos acercamos al Pirineo navarro para realizar una interesante ascensión al macizo Keleta-LaKartxela con mi amigo Aitor. El domingo, en previsión de nevadas en el Pirineo, cambiamos de cordillera para atacar el Moncayo por corredor y acometer una bella y gélida travesía. La ruta elegida: El corredor central del Circo de Morca, con una variante de 55º aproximadamente en la parte final.

El Moncayo, rodeado de planicie, destaca en el horizonte como una montaña alta y aislada. Frontera de los territorios navarro, aragonés y castellano, los romanos la bautizaron como "Mons Caunus", la montaña blanca, por las nieves que lo cubrían durante buena parte del año. El macizo del Moncayo cuenta con tres circos glaciares, San Miguel, San Gaudioso y Morca. Éstos, junto a los bellos bosques que pueblan sus laderas, conforman el Parque Natural de la Dehesa del Moncayo.

En compañía de mis amigos Gorka, Pablo y Luis, emprendemos la ascensión por el Circo de Morca, por el corredor central, tomando un pequeño corredor mixto empinado (55º) para finalizar la escalada. La travesía en el cordal bajo la ventisca de nieve y el descenso por el Circo de San Miguel son parte de esta historia. El Moncayo es siempre una buena actividad.


ASCENSIÓN

Nuestro punto de partida se sitúa en el Albergue del Santuario de la Virgen del Moncayo, a unos 1.621m de altitud. Tomamos el camino, en dirección S, que apenas gana altura y recorre las laderas adyacentes a los circos glaciares. Seguimos la senda hasta la altura del Circo de Morca, entonces, nos desviamos hacia el O, para alcanzar la base de dicho circo. Allí, emprendemos la ascensión del corredor central (especificado en las fotos) de unos 40º-45º, para terminar la escalada con una pequeña "goulotte" mixta de 55º, muy asequible. Una vez en el cordal, con el abismo a nuestra derecha (E) continuamos hacia el N, buscando la cima del Morca, primero, y del Moncayo. Cuando hemos llegado a la cima del Moncayo es preciso encontrar la ruta de descenso, que en nuestro caso es por la Hoya de San Miguel. Tanteando su parte central, encontramos que el descenso se puede hacer en buenas condiciones hasta la base del circo y, desde ahí, hasta el punto de inicio.


DESNIVEL POSITIVO

750m


TIEMPO

Nubes y claros a la salida del Albergue, que se convirtieron en niebla y ventisca de nieve durante el ascenso, travesía y descenso. Sensación térmica entre 0º y -15ºC.


CROQUIS



DURACIÓN

Albergue-Base del Circo de Morca (40 min)-Cordal(1h30)-Morca(2h15)-Moncayo(3h)-Base del Circo de San Miguel(3h50)- Albergue(4h40). Paradas para ponerse los crampones, quitárselos y abrigarse.


DIFICULTAD

Recorrido que, en cuanto a dificultad técnica, califico de PD+. Corredor de Morca, tiene 45º máximo, pero la "goulotte" final que elegimos tiene unos 55º. El descenso también tiene entre 45º y 50º en su parte más vertical. El principal problema de esta ruta es la meteorología, si sale un día con niebla densa como el que tuvimos necesitais buenas dotes de orientación, además de templanza y conocimiento del terreno. Sobra decir mapa y brújula y, el que tenga, GPS.


DESCRIPCIÓN

Son las 7 de la mañana y, por fin, vamos a poder salir a la montaña toda la cuadrilla montañera junta. Lástima que Aitor nos falle en el último momento. No obstante, Pablo, Gorka y yo tenemos mucha ilusión y un amigo de Pablo, Luis, se ha animado a venir con nosotros. Como el Pirineo pinta gris, o más bien blanco, nos decidimos por el Moncayo, viejo conocido que ofrece desde bellos paseos a escaladas más comprometidas.

Salimos de Pamplona con unas ganas increíbles de camino al albergue del Santuario de la Virgen del Moncayo, aunque la nieve en el tramo final de la pista nos desaconseja llegar hasta sus puertas. Dejamos el coche, pues, en el aparcamiento anterior, a unos 700m del edificio. Preparamos, entre bromas mañaneras y el buen rollo de costumbre, nuestros macutos y nos vestimos para la ocasión. El plan ya lo habíamos hablado durante el viaje: Vamos a buscarnos un corredor de 45º a 55º, bien en el Circo de Morca, bien en el de San Gaudioso, para alcanzar el cordal. Después seguiremos al N, para hacer cima en el Moncayo y acto seguido descendemos por el "Cucharón" hasta el punto de inicio. Eso es lo que hicimos.

Los primeros pasos, iluminados por unos esperanzadores rayos de sol que se abren paso entre las nubes, discurren tranquilos, sin apenas desnivel, hasta el albergue. Allí tomamos el camino que bordea los tres circos glaciares, lo que, a la postre, nos obligará a subir por el Circo de Morca, pues sospechamos que no hay camino hacia San Gaudioso por esta senda. No importa, vamos charlando animadamente en busca de las paredes nevadas del circo más oriental.

Sin ganar mucha altura y con un ritmo alegre, vamos a ir desviándonos poco a poco de la senda para alcanzar la base del Circo de Morca. Allí, para nuestra sopresa, ya había un grupo de montañeros atacando... ¡el mismo corredor que habíamos decidido en la distancia! "Qué se le va a hacer, estará hecho papilla cuando lleguemos", pienso. A todo esto, el día se estaba empezando a cubrir, y una grata sorpresa se estaba convirtiendo en el deprimente guión anunciado. La orientación con nieve y niebla en el Moncayo es complicada, sobre todo en el cordal, pero ya he estado varias veces aquí y llevamos material.

Después de unos minutos, interminables, colocándonos los crampones, los guantes y sacando los piolets, estamos listos para empezar. Hemos estado observando el corredor y tiene buena pinta, pero se nos plantea muy fácil, así que buscamos alguna variante para "darle emoción" al asunto. Esto es, vamos a ascender una pequeña "goulotte" a la izquierda de unos 55º, muy estrecha, para salir al cordal. Dicho y hecho, el corredor se nos hace corto, apenas paramos, y enseguida estamos metidos en el meollo. Entre tanto, Luis tiene alguna dificultad con sus crampones, pero lo soluciona parcialmente. Ahora, Gorka toma la iniciativa que, hasta ese momento, me había correspondido y tira fuerte por el estrechamiento, que salva sin problemas. La nieve es buena y las hojas de los piolets responden con suficiencia, las paredes de roca se convierten en buenos apoyos para falicitar nuestra progresión y la inclinación se mantiene durante pocos metros. En unos pocos más estamos arriba, junto a Gorka. Pero para entonces había hecho aparición el malo de la película: la niebla que luego se convirtió en ventisca de nieve.

Estamos en el cordal, rodeados por una niebla densa que no nos deja ver a más de 10 metros y con bastante viento. Recuerdo a mis compañeros que tenemos mapa, brújula, nuestra huella y ropa de abrigo. Vamos a por el Moncayo. Las condiciones no eran muy malas en ese momento, solo niebla y frío, la nieve cristalizada vino después.

Con sentido de la orientación, dejando el abismo a la derecha de nuestra marcha (E), seguimos el cordal, que tarde o temprano nos ha de llevar hasta nuestra cima objetivo. Asumiendo tácitamente unos galones que quizá no me correpondan (Gorka, por ejemplo, ha hecho más invernales que yo), me pongo al frente y asumo la responsabilidad del sentido de la marcha. Una cosa es segura, si no perdemos de vista el vacío de nuestra derecha, llegaremos seguro, solo es cuestión de tiempo. Pero, claro, el otro tiempo está empezando a deteriorarse de forma rápida, y lo que era una inocente niebla se ha convertido en una ventisca de nieve que azota nuestros rostros con sus látigos cristalizados. Nos ponemos toda la ropa, el Gore y el buff o máscara. Tal era la fuerza del viento que los copos de nieve helados se colaban en los diminutos agujeros de mi máscara de neopreno, realmente fustigante.

El caminar se torna dificultoso, pues caminamos con fuerte viento de lado, y nuestra progresión se hace más lenta. Después de unos buenos minutos peleando contra los elementos, nos damos de bruces con la cima del Pico de Morca (2.283m). No hay ganas ni de fotos ni de nada, aunque nos quitamos los guantes para comer una barrita de cereales. Dos minutos, y las manos, heladas. Vamos a hacer el esfuerzo de llegar al Moncayo, porque, una vez allí todo será más fácil y estaremos reanimados por el éxito de la cumbre.

La sensación de claustrofobia que da estar caminando en un infierno blanco, sin apenas visibilidad y con cristales de agua golpeando a rachas tu rostro es una sensación que no había experimetado nunca. He de decir que muy agradable no es, pero tenía la total seguridad de lo que estábamos haciendo y del lugar en el que nos encontrábamos. Seguíamos una huella ficticia, pues si alguna vez hubo una (puede incluso que una reciente), se había helado y venteado hasta el punto de quedar irreconocible en aquel manto blanco. Había alguna duda en el equipo, las dudas que siempre te asaltan la primera vez que vas con alguien a la montaña. Sabía que podía pasar, porque a mí me había pasado. Y cayó la pregunta: "¿Sabes por donde vamos? Quiero decir... la orientación que llevamos... me da la sensación de que estamos dando vueltas en círculo" me pregunta Pablo, el más neófito en esta bella actividad. Le respondo con la seguridad que tengo, pero sobre todo que él requiere: "Estamos yendo todo el rato en hacia el norte, y como seguimos con la vista el vacío que nos sirve de referencia a nuestra derecha, a veces vamos pleno norte, a veces noreste y a veces noroeste". Alguien saca una brújula: efectivamente, ahora estamos caminando noroeste. "Estamos en el último circo", pienso.

Pronto llegamos al enorme collado del circo de San Miguel, sé que la cima está a 200m, vamos bien. Además consta de un gran punto geodésico y de otro pilar de hormigón con una cruz de Santiago. ¡Lo tenemos que encontrar! Me acerco al abismo, intentando recordar la vía por la que llegué el año anterior a este punto, vamos un poco a izquierda y derecha, remontamos un poco más... ¡ya está! Parece que Gorka ha visto algo, nos juntamos, lo vemos todos, es una de las columnas de hormigón. La cima está un poco más allá. Es nuestra. Abrazo de astronauta y sonrisas debajo de las máscaras. Está todo envuelto hielo húmedo y quebradizo, el viento no amaina y la visibilidad sigue siendo nula, pero ahora estamos en la cumbre y disfrutamos de ella durante 6 o 7 minutos. Hace mucho frío.

Nos hacemos unas fotos y decidimos buscar un camino de bajada, en principio, por el cucharón. Pero, ¿desde qué punto? No se ve nada a cinco metros y la decisión recae en mí, que es quien conoce la zona algo más. Tanteo el terreno, me acerco a la pared del circo, hay una pequeña cornisa, pues ha estado soplando de SO. Me lo pienso, sé que volver a bajar por donde hemos subido supone mucho desgaste sin seguridad de encontrar la ruta, sé que bajar a Cueva de Ágreda es un largo camino que luego hemos de solucionar con transporte hasta nuestro coche. No hay otra, "chavales, voy a bajar por aquí", les digo. A alguno le pareció una locura, pero la locura era quedarse parado a pensar más de lo necesario, en montaña hay que ser rápido de pensamiento y de ejecución. Es un medio hostil.

Desaparezco en la niebla por debajo de mis compañeros, tanteo la nieve, es buena. Voy descendiendo de espaldas la parte más inclinada, por ser la rampa de salida, del circo, que tendrá unos 50º. Impresiona, pero en después de pocos pasos grito a mis compañeros que lo veo bien como para llegar abajo y que sé que la pendiente se suaviza después de unos 150m. Me siguen. Escrupulosamente, vamos moviéndonos en paralelo por la pared, encontrando tramos de nieve más dura y partes de nieve blanda, apenas transformada. Conforme vamos descendiendo la pendiente se vuelve menos vertical... cuando de repente oímos un grito de una montañera, a nuestra derecha. Parece venir de la zona de los gendarmes y hemos creído oir que pedía ayuda. No nos lo pensamos, aceleramos la marcha, aún de espaldas al valle, hacia el lugar de donde venía el sonido. Al poco rato contestamos, preguntamos si todo va bien. Afirmativo, nos tranquilizamos. Ahora la pendiente es de 40º, nos damos la vuelta y vamos a su encuentro, queremos verles, pues hace mucho tiempo que no hemos visto nada que no fuese blanco.

Son un grupo numeroso, bien equipado y con un perro. Estaban ascendiendo por el cucharón, pero no han hecho cima, han sido muy prudentes. Posiblemente su grupo era bastante heterogéneo y eso les ha animado a ser conservadores. Ahora que la tensión se ha disipado, descendemos tranquilamente hasta le albergue. Queremos un almuerzo contundente, a la altura de la experiencia. Y consta de: Migas con chorizo y una buena cerveza. Lo más importante, que estamos los cuatro juntos alrededor de una estufa, después de un frío día de montaña. Como siempre, el Moncayo no deja indiferente a nadie. El Moncayo nunca defrauda.


Salud y Montaña


Reportaje fotográfico: Pablo Goenaga / Javier Rodríguez / Gorka Sanz


Salimos del bosque para acercarnos a Morca.

Ya divisamos nuestra ruta de hoy: Este amplio corredor con una variante de salida.

Otro grupo va delante.

Ultimo vistazo a la pendiente....

... y manos (y pies) a la obra.

Se va nublando conforme subimos.

Ahí estaba el dilema.

Saliendo del corredor.

En alguna parte entre Morca y Moncayo...

Hemos encontrado la cima sin demasiada dificultad.

Moncayo (2.316) invernal con los protagonistas de la ascensión.



PS: Los comentarios son fuente de motivación para la existencia de un blog. Si algo te gusta (o si no), coméntalo para que en el futuro siga habiendo nuevas entradas. Gracias.


miércoles, 10 de febrero de 2010

LaKartxela (1.982m) por el Corredor Sacro (PD+, 55º, 400m). Invernal en Belagua.

LaKartxela (1.982m), Pirineo Navarro, España. 24 de enero de 2010.


Parón navideño, la experiencia del Petit Vignemale tuvo efectos retroactivos en forma de gastroenteritis. No es el mejor momento del año para estar a dieta de arroz y zanahorias y, al verme ante las tradicionales tentaciones gastronómicas, la convalecencia se alargó. No está de más decir que ha estado aliñada con un episodio de faringitis aguda, que ha debilitado mi cuerpo y mi mente durante este largo mes de enero. Afortunadamente, no hay mal que 100 años dure, vuelvo a la actividad con dos propuestas interesantes para debutantes en esto de la montaña invernal. La primera de ellas es una ascensión por corredor al Pico Sacro, Peña Ezkieta y LaKartxela. En el descenso también hollamos la Bimbaleta.

El valle de Belagua se encuentra en el extremo nororiental de Navarra, cerrando el puerto del mismo nombre que se dibuja en el horizonte un cordal de cimas espléndidas, que rozan los dos mil metros de altitud, y cuya cúspide es LaKartxela. Montaña conocida por montañeros y excursionistas, su ascensión supone alcanzar un magnífico observatorio de las vertientes septentrional y meridional de esta verdosa parte del Pirineo, así como de cumbres emblemáticas como el Ori (primer dos mil viniendo desde el Mar Cantábrico), el Anie y todo el grupo de Ansabère.

Es éste un retorno a la montaña marcado por un objetivo asequible y buenas condiciones para la práctica del alpinismo. Una pequeña montaña para una gran actividad.


RUTA

El inicio de nuestra ruta circular, y por tanto también el final, es la venta de Juan Pito (1.160m), en las inmediaciones del Cuartel de Yegüaceros, a la que se accede desde la carretera NA-1370, km 68'5. Desde este punto existe un camino balizado con marcas amarillas y blancas (PR) que asciende por un bosque durante un breve tiempo, después sigue por una loma desprovista de árboles, siempre en dirección NNO. En este lugar descendemos hacia una depresión donde hay un caos de bloques y ascendemos directamente hacia el macizo de Keleta, Sacro y Ezkieta por un pequeño barranco. Saliendo del mismo y abandonando definitivamente cualquier forma de vida arbórea, nos encontramos en la antesala del Corredor Sacro (PD+, 45°-55º max.-, 400m), que ascendemos directamente hasta llegar a un pequeño collado entre el Pico Sacro y la Peña Ezkieta. Subimos al Sacro por cresta descompuesta, volvemos sobre nuestros pasos y realizamos un flanqueo a la cresta de la Peña Ezkieta por terreno inclinado de nieve dura (60º), hasta encontrar un pequeño corredor que da acceso a la cima. Desde aquí seguimos la arista mixta, si bien fácil, hasta la cima de E de LaKartxela y , después, hasta su cima principal. El descenso se realiza por la ladera N, en zig-zag, hasta el collado de Gimbeleta, donde tomamos el camino ascendente hasta la Bimbaleta. Volvemos sobre nuestros pasos para descender por camino marcado (PR) hasta el punto de inicio. Gráfico de la ruta


DESNIVEL POSITIVO

1000m


TIEMPO

Nubes y claros, riesgo 2 de aludes hasta 2.000m, temperaturas suaves entre 0ºC y 8ºC. Viento nulo o casi nulo.


CROQUIS



DURACIÓN

Venta de Juan Pito - Base del Corredor Sacro (1h) - Pico Sacro (2h15) - Peña Ezkieta (2h45) - Lakartxela (3h15) - Bimbaleta (4h) - Venta de Juan Pito (5h20). Ritmo normal. Paradas en todas las cumbres para sacar fotos y beber.


DIFICULTAD

Orientación fácil, con huella antigua en la primera parte del camino. Pendientes severas en nieve dura, en el corredor y en el flanqueo (hasta 60º), bastante estable. Le pondría un PD+ al corredor y un AD- al flaqueo, que si bien es corto (100m), es expuesto. En resumen, es una excursión para montañeros acostumbrados a invernales y con buena técnica de piolets y crampones.


DESCRIPCIÓN

Este invierno está siendo revuelto como pocos, no recuerdo tres días de anticiclón sobre nuestros cielos y, de producirse una tregua entre tanta precipitación, siempre cae entre semana. ¡Qué le vamos a hacer! Teniendo esto en cuenta, íbamos a salir a la mínima oportunidad que se nos presentase un sábado o un domingo, incluso con la faringe al 60%. La montaña es una pasión, no es un deporte en el sentido clásico, es un ejercicio de esfuerzo y contemplación como ningún otro. Es un medio y es un fin en sí mismo.

En esta ocasión quedo con mi amigo Aitor a las 7, de forma que a las 9 estuviésemos en la zona de Belagua. Salimos de Pamplona con una enorme ilusión y una pequeña incertidumbre respecto al tiempo y las condiciones de la nieve. Habíamos elegido esta zona por su relativa poca altitud, lo que favorece un asentamiento más firme del manto nivoso, y el interés de algunas rutas reseñadas por otros montañeros. En esta ocasión hemos tomado como referencia la esquiada de Fidel, reseñada en su blog, a este bello corredor. 

Aitor llevaba esquís de travesía y yo me disponía a ir a pie. Llegamos a la venta de Juan Pito, a 1120m de altura, hacia las 9 de la mañana. En sus inmediaciones aparcamos y preparamos los macutos, que pesan lo suyo, al haberles añadido tornillos, algunas bagas, sistemas, cuerdas... en fin, todos los necesarios para asegurar, además de arnés y casco. Después nos daríamos cuenta de que no eran necesarios, pero nunca está de más llevarlos.

Comenzamos nuestro recorrido por camino señalizado y animados por las suaves temperaturas y un cielo nublado pero para nada amenazante. Las mochilas pesan, pero la inactividad navideña es el mayor lastre. Ascendemos pesadamente por el bosque, Aitor con sus botas de plástico, yo con mis circunstancias, si bien enseguida alcanzamos una sucesión de lomas nevadas donde el elemento arbóreo empieza a echarse en falta. Estamos a unos 1350m y la innivación no es muy alta, habiéndose visto especialmente reducida tras las últimas lluvias en alta cota. Por ello la poca nieve que hay también se supone estable, y eso es lo que andábamos buscando.

Aitor se puede poner los esquís y empezar a disfrutar un poco mientras ascendemos sobre la última loma, desde la cual la vista sobre nuestro objetivo impresiona, parece más vetical de lo que en principio habíamos calculado. Es un efecto óptico, no pasa de 55º, que se alcanzan solo a pocos metros del final de la vía. Para ganar la base del corredor tenemos que descender hacia un llano de deposición de grandes bloques de roca, donde mi compañero deja sus esquís, vencido por la falta de nieve. No hay tiempo para más, tomamos el camino más recto, que nos lleve al principio de la actividad más técnica. Para ello remontamos un barranco por donde discurre, medio tapado medio al descubierto, un pequeño curso de agua. Aquí la nieve está en polvo y abrimos huella fatigosamente hasta, transcurridos veinte minutos, alcanzar el punto donde nos calzamos los crampones y cogemos nuestros nuevos piolets técnicos. En principio el estado de la nieve es muy bueno, por lo que no vemos la necesidad de perder tiempo asegurando un corredor más bien fácil. La verdad es que el equipo da mucha seguridad y permite ascender sin sobresaltos con buena técnica. El corredor Sacro traza su línea por el centro del macizo Keleta-LaKartxela en su vertiente NE, la estética vía tiene un trazado sinuoso que esconde la salida de la misma hasta bien entrada la ascensión. Su pendiente es mantenida entre los 45º de la parte inferior a los 55º de la salida, un poco acornisada. La parte central del corredor pasa al lado de un característico "dedo" al estilo de los famosos de la Brecha de Rolando o del Monte Perdido. Es una ascensión muy bonita y con mucho ambiente. Y, la verdad, se pasa volando a pesar de su longitud. "¡Qué gozada de material! ¡Y qué gozada de corredor!", pienso al llegar a la arista. Allí me estaba esperando Aitor, más entrenado y liberado del peso de sus esquís.

Nos encontramos en una arista bastante aérea que une el Pico Sacro con la Peña Ezkieta, y afrontamos la ascensión del primero con una pequeña trepada mixta, bastante fácil. Tras hacer cima y observar la magnífica perspectiva que ofrece del Keleta, volvemos sobre nuestros pasos para encarar la siguiente cumbre, y en este punto se nos plantea una disyuntiva: seguir por la cresta, con alguna trepada maja en mixto y con crampones, o realizar un flanqueo por terreno expuesto, aéreo y bastante inclinado. Pues, la confianza en la nieve y el material fue tal, que nos animamos a recorrer lateralmente unos 100m de pared, a unos 60º de inclinación y sobre buena nieve. Así transcurría mi travesía, con máxima concentración y sondeando las condiciones de la nieve a cada paso... hasta que me doy cuenta de que he perdido de vista a Aitor. Le llamo, le grito, nada. El bueno de mi compañero había desaparecido dejando un rastro de huellas apenas visibles. Pero no me preocupa, sé donde está, él quería haber subido por el terreno mixto de la cresta y sabía que a la mínima iba a subirse a ella. Así es cómo pocos metros después le oigo señalarme su posición, que había alcanzado después de subir un pequeño corredor de nieve de unos 20 metros. Ya estamos los dos en la cima de la Peña Ezkieta, desde donde divisamos, por primera vez en el día, las dos cimas de LaKartxela.

El recorrido por la cresta es fantástico, fácil, pero expuesto. Después pasamos al lado de una espectacular cornisa de unos 3 metros de alto, para enseguida remontar por terreno más estable hasta la cima oriental de LaKartxea, donde solo un hito pedregoso nos indica que hemos ganado el punto más alto. El paseo por el cordal es muy bonito, y por más adelante nos espera la cima principal, donde la cantidad de nieve es considerable, pues prácticamente tapa el buzón verde que señala los 1982m de altitud a la que nos encontramos. Bella vista del Ori y de las montañas que separan Navarra de Aragón, desde el Arlas hasta el Chinebral de Gamueta, pasando por todas las cumbres que nos son familiares a los navarros: Anie, Mesa de los Tres Reyes, Petrechema, Mallo de Acherito. Al fondo Midi d'Ossau y Bisaurín aparecen dominando las alturas.

Aitor está preocupado por sus esquís, que ha dejado abajo, no los puede ver desde arriba y volvemos a buen ritmo por la ruta normal, la que pasa por el collado de Gimbeleta. Pero antes de bajar nos animamos a subir a la Bimbaleta, pequeño repunte altitudinal que me cuesta bastante esfuerzo: la inactividad. Con estaa cumbre nos damos por satisfechos y bajamos, cada uno por un sitio diferente hasta la venta de Juan Pito, donde disfrutaremos de un merecido bocadillo y refresco. Buena actividad en una tregua meteorológica. Ahora a recuperar la forma, que aún queda mucho invierno.

Salud y Montaña


Invernal a Lakartxela (1.981m) por el corredor Sacro (PD+, 55° max). Aitor Askargorta / Javier Rodríguez